Feliz navidad a todos los niños del mundo

En este día, como todos los años, recuerdo con nostalgia y a la vez con orgullo mi niñez, cuando esperaba con tantas ansias celebrar la navidad. Recuerdo que en donde vivía, la mayoría de niños —por no decir todos— no sabíamos que era tener un árbol lleno de adornos, luces y todos los regalos que muchos disfrutaban en esta fecha, porque nuestros padres no querían o  simplemente no tenían las facilidades para comprar todo ello y, adicionalmente como cereza de la torta es que aún si conseguían el árbol navideño era sólo un "adorno muerto" ya que para desgracia nuestra, no contábamos con electricidad. Entonces, era ilógico comprar el árbol, los adornos y las luces, si todo esto terminaba cuando llegaba la noche y sólo las lámparas de kerosene y la luna  nos alumbraban.

También, recuerdo que tener un regalo (juguete) era lo más emocionante del mundo y al decir verdad, de niño en navidad sólo en dos ocasiones pude saber lo que era tener un presente. El primero fue cuando mi padre trabajaba para una empresa de turismo la cual citó a todos los niños para la entrega de juguetes, fue aquel momento en el que deseaba que el día no se acabe porque quería seguir jugando con lo que me habían regalado. La segunda vez que pude tener un regalo fue cuando estaba en la primaria, gané el concurso de dibujo que la misma empresa de turismo había realizado en el colegio, donde pedía que los participantes dibujen lo que reflejaba celebrar la navidad; yo dibuje a toda mi familia alrededor de una mesa disfrutando de la cena navideña, pero no precisamente porque así se celebraba, sino porque así yo me lo imaginada, es decir, eso sólo existía en mi imaginación. 

Recordar como fueron esos años realmente se me escapan algunas lágrimas, no de tristeza , pero sí de emoción por haber disfrutado aquellas navidades en las que era feliz por el cariño de mi familia y la humildad que ellos me transmitían y con sólo ver a la media noche los fuegos artificiales que brillaban a lo lejos, sin importar si había o no regalos y cena en esa noche. Ahora, gracias a mis esfuerzo, he podido sobresalir y tengo las facilidades para adquirir muchas cosas, aunque lo único que deseo es que las familias y todos los niños del mundo vivan realmente la magia de una feliz navidad.
Más allá de todas las cosas materiales que podamos dar o tener, no nos olvidemos de estos regalos para los niños: más tiempo, más paciencia, más confianza, más atención y sobre todo más cariño y amor. Cuando des un regalo al niño y no le guste, dígale que hay otros como él que ni siquiera tienen la oportunidad probar una pizca de panetón o chocolate y peor aún que no tienen un regalo en este día. Compartamos la felicidad a través de la humildad y unámonos para celebrar en familia recordando el nacimiento del niño Jesús.